jueves, 7 de enero de 2010

Un nuevo año en la Argentina.


Para empezar mis deseos de un muy buen año 2010. Todos guardamos en nuestro interior la esperanza de lograr desenvolvernos mejor, al comienzo de un nuevo año. Algunos logran tomarse vacaciones para dejar en blanco la mente por un tiempo y volver con más energía para enfrentar el devenir diario. Atrás quedó el 2009 con  todos  los vaivenes de la política, que queramos o no, nos condicionan muchas veces al mal rato.
Pero parece que el 2010 ya se instaló, con los K mediante, en una nueva ofensiva, esta vez contra el BCRA.    
En esta pulseada intentan confrontar para ganar terreno, en lugar ajeno.
Muy bueno lo de Redrado, y espero se mantenga firme en sus convicciones.
Y de muy baja calidad democrática las expresiones de Aníbal Fernandez, cuando dice que las reservas acumuladas se la debemos a Nestor Kirchner, tratando de justificar así el nuevo intento de arrebato al erario nacional. Si es verdad que el señor K logró acumular reservas, no hizo más que cumplir con su obligación de funcionario, lo que no lo habilita a usarlas en forma discrecional, ni él ni a su señora esposa, aunque esté a cargo del ejecutivo actualmente.
También muy positivo lo de Blejer, al hacerse a un lado, en un claro respeto a las instituciones.           
Sin duda alguna, a pesar de todas las luchas que el pueblo argentino debió sortear con el matrimonio en el 2009, que muchas veces nos colocó en la angustia, las elecciones de junio de ese año, ha sido a mi criterio lo más positivo. Digo esto porque allí se vió que el país sigue vivo, es soberano y prefiere la democracia antes que el autoritarismo forjado a la sombra de la figura presidencial. Pero los esposos K no se han dado cuenta todavía de ese revés, o no saben (o no quieren) desempeñarse en la forma que corresponde y así terminamos como dije anteriormente, con una puesta en escena de un problema que ellos inventan.
Están atrapados pero siguen mirando para otro lado, el tiempo dirá si podrán seguir tirando de la cuerda, o si caerán al precipicio que ellos mismos se fabricaron con su soberbia y arrogancia.    

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