domingo, 6 de diciembre de 2009

El perfil de un verdadero líder.

Después de las dictaduras que azotaron en los años 60 y 70 a nuestro país, direccionadas por el famoso operativo Cóndor, la democracia pareciera que titubea. El federalismo, no logra afianzarse. Los políticos, son votados, pero con desconfianza.
En una breve reseña histórica de el rol que deba cumplir el estado, hemos pasado en estos veintiséis años, a nivel mundial, del estado de bienestar europeo y envidiado ,a la mas feroz economía de mercado como protagonista, hasta arribar el año pasado al terrible derrumbe del intocable, y glorioso, mercado norteamericano, para los amantes del capitalismo sin filtros.
Cuando esto último ocurrió, los países mas poderosos del planeta, comenzaron con el control de la economía, protegiendo y vigilando, primero los bancos y luego las empresas en peligro de derrumbe financiero. Cada presidente en su país hizo malabarismos para frenar  la pérdida de empleo de sus habitantes, mantener a su vez la demanda, y el comercio en general.
Y allí surgió el nuevo rol del estado moderno, que a su vez es el verdadero, el que
siempre debió ser.   
El estado debe controlar y articular los intereses del país, para el bien de todos sus habitantes.
En Argentina ese rol está dividido en tres poderes, la constitución así lo manda-Pero las cosas no andan muy bien porque, ha aparecido un cuarto poder, que como la Carta
Magna no lo reconoce, actúa como fantasma, como sombra del poder ejecutivo.  
Para materializar sus maquinaciones, utiliza los sectores más controvertidos del escenario político, que le juran lealtad sin condiciones, a la manera de una secta oscurantista.
Dicen los políticos,  que fueron elegidos en junio, que a ese fantasma se le está terminando el  tiempo.
Así transitamos día a día,  una Argentina precaria, detenida en el  tiempo de los  autoritarismos propios de países pobres, subdesarrollados.
Asistimos a una degradación tal de las instituciones, que figuras importantes de las distintas provincias, de distinto signo político, son cooptadas por un oficialismo corrupto, contagiando de esa manera  parte del espectro opositor.  
La oposición no logra  enrolarse detrás de un programa que garantice la gobernabilidad y metas a largo plazo, muy por sobre los intereses partidarios. Hacen falta pautas, consenso nacional, que derribe las barreras de los personalismos.
O bien, lo que está haciendo falta es un líder.
Es aquí donde me permito soñar.
Ese líder ante todo querrá el bienestar de todos los habitantes, transformar su liderazgo en servicio a la patria por el honor y la dignidad que la posteridad le adjudicará en la historia. Debe tener suficiente personalidad y aplomo, para enfrentar los grupos económicos mafiosos que se enroscan en el poder, para conseguir beneficios, a cualquier precio.
Deberá contar con suficiente  valentía para sobrellevar las amenazas que se suscitarán, a consecuencia de sus decisiones y los posibles hechos de violencia contra él o su familia (si la tuviere).
Y por sobre todo, deberá tener OIDOS para escuchar la VOZ de su pueblo, ser RESPETUOSO de las   INSTITUCIONES establecidas y hacer  CUMPLIR la LEY.
Somos un país con muchas posibilidades, pero a la deriva.
No conozco cual será nuestro futuro, pero si no encontramos un líder de esas características, o lo más parecido que se pueda, continuaremos en manos del fantasma, ahora ya, diputado nacional, aprovechándose del desgaste nacional y rumbo a un declive similar al anterior a 1853.
Entonces habremos llegado a la conclusión, que hemos vivido doscientos años, sin haber aprendido nada, de lo que es, la DEMOCRACIA.

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